El uniforme
Los primeros días de marzo tenían un encanto especial. Nos preparábamos para empezar el colegio casi casi como esperábamos Navidad.
Seguro que iba a tener zapatos nuevos. Y claro que eran para el colegio y para fiestas familiares. A veces pasábamos todo el día con ellos.
Aunque me gustaban los de suela finita mamá nos compraba lo más duradero. Hasta que aparecieron los Gomycuer usábamos los de suela bien gruesa. Y entonces a rogar que no se le saliera el botón ya que iríamos a lo de Capri a hacerlo arreglar. Si él arreglaba media suela o taco, a desear que ningún clavito nos perforara el pie.
Casi siempre zoquetes bien gruesitos, el streech no existía y las medias zurcidas eran parte del vestuario. Y a guardarlas acomodaditas, del derecho, rollito y dobladas sobre sí mismas, eran lindos almohadoncitos.
No se te iba a ocurrir ir con medias con algún dibujito o fantasía. Todo liso…-esas medias no son de uniforme-! Te recibirías en público el bochorno.
En invierno y verano la pollera tableada...y fueras de la altura que fueras el largo se medía desde el piso y sería de 30 cms. el máximo de distancia hasta el borde de las tablas. Y semejante pollerón, de sarga de lana, te lo bancabas en verano y sin chistar. Además iba tomado a un corpiño de tela barata… de cintura, ni hablar.
Las blusitas de color crudo nunca eran frescas. De manga larga, no sea que muestres un pedacito de tu pielcita. Y con moño atado junto al cuello. Mamá nos hacía la ropa y por ahí llegaba alguna camisa vieja del Opapá y se transformaba en blusa de uniforme.
Todo era de uniforme. El ancho de las tablas de la pollera y del guardapolvo, porque encima de todo ese ropaje iba el delantal, que tenía que llevar tres tabloncitos, el cinto cocido y cuello que permitiera ver el cuellito del uniforme de invierno. Más que por supuesto, todo lo blanco: almidonado.
Si tenías frío el abrigo debía ir debajo del uniforme que para invierno tenía una casaca de la misma tela de la pollera, con los tres tabloncitos y manga larga, todo forrado, of course. Y el cuellito…. El cuellito vainillado tipo cuello de cura, debía estar impecable y reitero: almidonado.
Cuando había eventos festivos se acompañaba todo esto con guantes blancos que tendrían los tres pespuntes y nada de puntillitas ni pavadas. Aah y que no le falte botón.
Una boina acompañaba el uniforme de diario podríamos decir, que nos colocábamos para entrar a la capilla. Y no le cortes el pitutito…Y si la fiesta era súper fantástica iríamos de sombrero. Eso era para algún acontecimiento de visita de madre general, o algún obispo o qué se yo.
Para invierno el tapadito era igual de largo que la pollera y con botones marineros no lisos ni con otro chirimbolo. Y que no faltara ni uno.
Se podía usar un saquito azul, sin dibujitos y debajo del guardapolvo. Usábamos sacos que nos tejían las abuelas, o mamá cuando tuvo su primera máquina de tejer… qué tipa práctica. Pero a mí me gustaban los saquitos comprados que eran finitos y tenían botones transparentes, aunque te los harían cambiar por botones opacos. Igual los nuestros eran siempre artesanales. Como las bufandas, azul marino, de uniforme.
Nada de pelito largo suelto… -eh, qué estás por hacer con la libertad-? Cola de caballo, o rodete o vincha o trenzas que era mi caso, con moño azul bien planchadito. Para que todos los días las cintas estuvieran planchadas, mamá las mojaba y las planchaba escurriéndolas en el cilindro del toallero y ahí salían mis trenzas con sus moños perfectos.
Y bueno, …apurate a terminar la leche que ya viene el colectivo.. le decíamos por el nombre del chofer creo..
Como si esto fuera poco, en casa, mamá nos tenía preparados los guardapolvos de casa. Es decir que nunca había oportunidad de estar vestido de persona. Rafa y nosotras usábamos los cubre ropa que hacía mamá o la Oma.
Nos quejábamos? Yo no me acuerdo… recuerdo que me gustaba estar vestida sin esos cubregente, seguramente era un ahorro de lavado …
Y así empezaba mi vida uniforme. ………….. todo igual… todas nenas… los dos primeros años había algún varón que luego debería irse. Todas “blancas palomitas” en la jaulita de las hermanas azules……..en punto, entrábamos por la calle Acevedo. Y a rezar, izar la bandera y no torcer la fila, una baldosa entre cada niña!!! Distancia! Firmes! Bonjour ma soeur, bonjour ma mère.
Hola Marga, gracias por pasar por mi blog. Otra coincidencia es que yo era de zona sur.
ResponderEliminarSi vas al taller de Mónica te veré algún día seguramente. Muy lindo el color de tus pinturas.
saludos